Más allá de mis deseos como hija... ¿qué he aprendido de sus palabras, sus anécdotas, sus confesiones y silencios, sus mails de todos los días, de sus deseos realizados.. y de los que no... ?Festejándola éste día con festivales en mi cole, bailando, cantando o recitándole un poema...
Si los hermanos habláramos de ella, así, con el corazón en la mano, ¿qué tanto coincidiríamos?.
¿Quién es mi mamá? ¿Quién fue como niña, como adolescente? ¿Quién fue cómo hija? ¿Quiénes eran sus amigas, y por qué las quería? ¿Quién fue con los hombres a los que quiso antes que a mi papá?
Mi mamá nos contaba cuentos en la cama, antes de dormir... y hoy nos sigue contando cuentos que nos llegan a nuestra Bandeja de Entrada, con esa su forma tan genial y única, con sus maravillosas faltas de ortografía, tan alegre y sentimental, siempre queriendo dejarnos una enseñanza de vida. Gracias Má.
Y luego a una le toca ser madre. Y escuchar a cada hijo. Y tratar de encontrar las palabras para explicarse. Tienen que ser diferentes, porque las preguntas son diferentes. La que siempre va a hallar el camino. La que se cae pero se levanta. La que intenta ser el modelo de felicidad y amor... la que es de carne y hueso y se derrumba al verlos sufrir y al verlos alegres, cuando vienen y cuando se van.
Cada hijo, trae sus propias demandas. Sus interpretaciones. Sus preguntas. Y una es... la una que es.
Escuchando por momentos las diferencias de sus opiniones, como si se extraviara en un laberinto de espejos.
Ser hija. Ser hijo. Ser madre. El mismísimo principio de los tiempos.
Felicidades a ti, a mi y a todas...